martes, 5 de abril de 2011

Un ratito más

Un avaro había acumulado quinientos mil dólares y se las prometía muy felices pensando en el estupendo año que iba a pasar haciendo cábalas sobre el mejor modo de invertir su dinero.
Pero inesperadamente, se presentó el ángel de la Muerte para llevárselo consigo...



El hombre se puso a pedir y a suplicar, apelando a mil argumentos para que le fuera permitido vivir un poco más, pero el ángel se mostró inflexible. Concédeme tres días de vida y te daré la mitad de mi fortuna le suplicó el hombre.

Pero el ángel no quiso ni oír hablar de ello y comenzó a tirar de él. Concédeme al menos un día, te lo ruego, y podrás tener todo lo que he ahorrado con tanto sudor y esfuerzo!. Pero el ángel seguía impávido.

Lo único que consiguió obtener del ángel fueron unos breves instantes para escribir apresuradamente la siguiente nota:

- A quien encuentre esta nota, quienquiera que sea si tienes lo suficiente para vivir, no malgastes tu vida acumulando fortunas. ¡Vive! Mis quinientos mil dólares no me han servido para comprar ni una sola hora de vida!







Disfruta tu café

Un grupo de profesionales, todos triunfadores en sus respectivas carreras, se juntó para visitar a su antiguo profesor...

Pronto la reunión se enfocó acerca del interminable estrés que les producía el trabajo y la vida en general.



El profesor les ofreció café, fue a la cocina y pronto regresó con una cafetera grande y una selección de tazas de lo más selecta: de porcelana, plástico, vidrio, cristal -unas sencillas y baratas, otras decoradas, unas caras y otras realmente exquisitas-...



Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran un poco del café recién preparado. Cuando lo hicieron, el viejo maestro se aclaró la garganta y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo:


Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas, se terminaron primero y quedaron pocas de las más sencillas y baratas; lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo, ésa es realmente la causa de muchos de sus problemas relativos al “Stress”.


Continuó: Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café, en verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos.
Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores, después se pusieron a mirar las tazas de los demás.
Ahora piensen en esto: La vida es el café, los trabajos, el dinero, la posición social, etc. son meras tazas, que le dan forma y soporte a la vida, y el tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevemos. A menudo, por concentrarnos sólo en la taza dejamos de disfrutar el café.



                                                                       ¡¡¡Felicidad!!!


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Clases de plenitudes

¿Cuál es la tuya?


Existen tres clases de plenitudes:



- La plenitud del vaso, que retiene y no da.



- La del canal, que da y no retiene



- Y la de la fuente, que crea, retiene y da.



Hay muchos hombres-vaso: son gente que se dedica a almacenar virtudes o ciencia, que lo leen todo, coleccionan títulos, saben cuanto pueda saberse, pero creen terminada su tarea cuando han concluido su almacenamiento: ni reparten sabiduría ni alegría. Tienen, pero no comparten. Son magníficos, pero magníficamente estériles. Son simples servidores de su egoísmo.



También hay hombres-canal: es la gente que se desgasta en palabras, que se pasa la vida haciendo y haciendo cosas. Padecen la neurosis de la acción, y tienen que hacer muchas cosas y todas de prisa, creen estar sirviendo a los demás, pero su servicio, es a veces, un modo de calmar sus picores de alma. Dan y no retienen. Y después de dar, se sienten vacíos.



Que difícil es, en cambio, encontrar hombres-fuente, personas que dan de lo que han hecho sustancia de su alma, que reparten como las llamas, encendiendo la del vecino sin disminuir la propia, porque recrean todo lo que viven y reparten todo cuanto han recreado. Dan sin vaciarse, riegan sin decrecer, ofrecen su agua sin quedarse secos.




Cristo, debió ser así. Nosotros, tal vez haríamos bastante, con ser uno de esos hilillos que bajan chorreando desde lo alto de la gran montaña de la Vida...



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Buenos momentos...

Piensa antes de hablar

Amor se escribe con P

El Arca de Noe