domingo, 31 de octubre de 2010

El entusiasmo… ¿de dónde se extrae?


En estos tiempos de constantes noticias negativas, cada uno está pasando por desafíos personales y profesionales intensos con mayores o menores dificultades, algunos de nosotros con emprendimientos propios nos encontramos reflexionando y diciendo “hago lo posible para salir adelante, hacer mi aporte, ¿pero de dónde sigo sacando las ganas, parece que casi todo va para atrás?”

De alguna manera, en este pedregoso camino de experiencias personales, imaginamos que encontraremos la respuesta para sostener la energía que nos provee de entusiasmo por diversas partes, buscamos incesantemente y no frenamos hasta que un fracaso o un fuerte dolor nos aparece casi sorpresivamente. Es más o menos de esta forma que aprendemos a percibir y darnos cuenta que no encontraremos la fuerza vital que sostiene nuestra motivación allí afuera; en el mundo exterior.

En ciertas ocasiones se enciende una luz y encontramos una palabra de aliento, una idea inspiradora, un nuevo empuje pero sólo se afianza si esa palabra o idea resuena con “algo” que está dentro de nosotros.

Cabría entonces preguntarnos: ¿Qué clase de potencial yace en nuestro interior que tal vez no estemos utilizando plenamente? ¿Qué ventajas resultarían de su aplicación? ¿Qué clase de impedimentos tengo que me siento tal vez frenado para aplicarlos?
Estas preguntas nos llevan a indagar acerca de nuestro bienestar y del compromiso en la tarea cotidiana. ¿Cuánto de nosotros, que porcentaje del potencial personal, involucramos en el trabajo? ¿20%, 50%, 90%? ¿Conocemos nuestro verdadero potencial? ¿Conocemos cómo aplicar las 4 capacidades más importantes: la capacidad o inteligencia mental, corporal, emocional y la espiritual?

Para renovar nuestras energías, vitalizar los proyectos y emprendimientos se requiere retirar el foco de la atención en el mundo exterior e ir descubriendo la motivación intrínseca: ¿qué aspectos deseo conservar o resguardar que me apasionan en este proyecto? ¿Qué amo hacer? ¿Cómo aplicar mis dones y talentos para el beneficio de un propósito mayor?

La motivación en nosotros – y también en quienes nos acompañan- surge al conectar los propósitos internos y externos, al conectar lo personal con aquello que no necesariamente conocemos pero que va más allá de la individualidad, algo que nos trasciende, que se convertirá en nuestro legado.

Es a partir de estas indagaciones que se brinda el espacio, se logra reconocer el verdadero sentido de nuestros esfuerzos, aquello que nos hace decir: ¡¡¡Si, vale la pena!!!

Es lo que convierte las acciones de seres ordinarios en actos extraordinarios. Si, efectivamente es eso lo que necesitamos, es despertar de verdad a lo que somos y desde allí convertirnos en la fuente de inspiración para los propósitos que llevamos adelante. Seguimos los pasos del poeta Jalil Gibrán que nos dice “El trabajo es amor hecho visible”.

Es en estos momentos de pura Inspiración, sin Escasez y plenos de Abundancia, dónde el sentido del emprendedor se hace trascendente. De este modo la adversidad es una motivación adicional en nuestro camino de realización

Reflexionemos entonces...
                                                                   El entusiasmo

La palabra entusiasmo proviene del Griego y significa tener un Dios dentro de sí.
La persona entusiasta o entusiasmada es aquella que es tomada por uno de los dioses, guiada por su fuerza y sabiduría, y por ese motivo podría transformar la naturaleza que lo rodea y hacer que ocurrieran cosas.

Sólo las personas entusiastas son capaces de vencer los desafíos de lo cotidiano. Es necesario por lo tanto entusiasmarse para resolver los problemas que se presentan y pasar a una nueva situación.
El entusiasmo no es una cualidad que se construye o que se desarrolla. Es un estado de fe, de afirmación de sí mismo.

La persona entusiasta es aquella que cree en su capacidad de transformar las cosas, cree en si misma, cree en los demás, cree en la fuerza que tiene para transformar el mundo y su propia realidad. Está impulsada a actuar en el mundo, a transformarlo, movida por la fuerza y la certeza en sus acciones.
Es necesario creer en uno mismo, en la capacidad de hacer, de transformarse y transformar la realidad que nos rodea.

Dejar de un lado toda la negatividad, dejar de un lado todo el escepticismo, dejar de ser incrédulo y ser entusiasta con la vida, con quienes nos rodean y con uno mismo.

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