sábado, 31 de octubre de 2009

Lo mejor...mirar nuestro interior...



Sábanas

Una pareja de recién casados, se mudnó para un barrio muy tranquilo.

En la primera mañana en la casa, mientras tomaba café, la mujer reparó a través de la ventana que una vecina colgaba sábanas en el tendedero...

-Qué sábanas sucias está colgando en el tendedero! Está precisando de un jabón nuevo...¡si yo tuviese intimidad le preguntaría si ella quiere que yo le enseñe a lavar la ropa!

El marido miró y se quedó callado.

Algunos días después, nuevamente , durante el desayuno, la vecina colgaba sábanas en el


tendedero y la mujer comentó con el marido:



-¡Nuestra vecina continúa colgando las sábanas sucias! ¡Si yo tuviese intimidad le preguntaría si ella quiere que yo le enseñe a lavar la ropa!

Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina colgaba su ropa en el tendedero.


Había pasado un mes, la mujer se sorprendió al ver las sábanas siendo tendidas, y entusiasmada fue a decir al marido:

-¡Mira, ella aprendió a lavar la ropa¡

¿Será que la otra vecina le enseñó?

Porque yo no hice nada.

El marido calmosamente respondió:


-No, hoy yo me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana.







Y así es.
Todo depende de la ventana, a través de la cual observamos los hechos



Antes de criticar, debemos comprobar si hemos realizado hizo alguna cosa para contribuir.

Verifique sus propios defectos y limitaciones.

Debemos mirar, antes de todo, para nuestra propia casa, para adentro de nosotros mismos.

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martes, 27 de octubre de 2009

Reflexión




Un ciego con luz





Había una vez, hace cientos de años, en una ciudad de Oriente, un hombre que una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida.

La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella.



En determinado momento, se encuentra con un amigo.




El amigo lo mira y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Guno, el ciego del pueblo.


Entonces, le dice:



¿Qué haces Guno, tú ciego, con una lámpara en la mano? Si tú no ves..
A lo que el ciego responde:




- Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria.

Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi...

No solo es importante la luz que me sirve a mí, sino también la que yo uso para que otros puedan también servirse de ella.

lunes, 5 de octubre de 2009

Nadie..


NADIE ...

Nadie alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida, con una sola rectificación. Ni alcanza altura con un solo vuelo.


Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces.
Nadie recoge cosechas sin probar muchos sabores, enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra.


Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones.
Ni se mete en el barco sin temerle a la tempestad.
Ni llega al puerto sin remar muchas veces.
Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas.
Ni recoge rosas sin sentir sus espinas.

Nadie hace obras sin golpear sobre su edificio.
Ni cultiva amistad sin renunciar a si mismo.

Nadie llega a la otra orilla sin haber ido haciendo puentes para pasar.

Nadie puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad.
Nadie consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible.


Nadie reconoce la oportunidad hasta que esta pasa por su lado y la deja ir.

Nadie debe vivir sin cambiar, ver cosas nuevas, experimentar otras sensaciones, y tener la capacidad de corregir sus errores.


Nadie tiene el derecho de consumir el amor o la amistad de las personas si uno mismo no la produce.
Nadie puede intercambiar un apretón de manos con el puño cerrado.



miércoles, 2 de septiembre de 2009

Acostumbrados


Acostumbrados

"La muerte, esta tan segura de su victoria; que nos da toda una vida de ventaja..."

Nos acostumbramos, a vivir en departamentos y a no tener otra vista, que no sea las ventanas de alrededor.Y porque no tiene vista, luego nos acostumbramos a no mirar para afuera.
Y porque no miramos para afuera, luego nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas.
Y porque no abrimos del todo las cortinas, luego nos acostumbramos a encender más temprano la luz.
Y a medida que nos acostumbramos, olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos la amplitud.
Nos acostumbramos, a despertar sobresaltados porque se nos hizo tarde.


A tomar café corriendo, porque estamos atrasados
A leer el diario en el autobus, porque no podemos perder tiempo.
A comer un sándwich, porque no da tiempo para almorzar.
A salir del trabajo, porque ya es la noche.
A dormir en el autobus, porque estamos cansados.
A cenar rápido y dormir pesados, sin haber vivido el día.




Nos acostumbramos, a esperar el día entero y oír en el teléfono: "hoy no puedo ir" ,


"A ver cuando nos vemos", "La semana que viene nos juntamos".
A sonreír a las personas, sin recibir una sonrisa de vuelta.
A ser ignorados, cuando precisábamos tanto ser vistos.


Si el cine está lleno, nos sentamos en la primera fila, y torcemos un poco el cuello.



Si el trabajo está complicado, nos consolamos, pensando en el fin de semana.



Y si el fin de semana no hay mucho que hacer, o andamos cortos de dinero, nos vamos a dormir temprano y listo, porque siempre tenemos sueño atrasado.



Nos acostumbramos, a ahorrar vida. Que, de a poco, igual se gasta y que una vez gastada, por estar acostumbrados, nos perdimos de vivir.



Alguien dijo alguna vez:
"La muerte, esta tan segura de su victoria; que nos da toda una vida de ventaja"


miércoles, 19 de agosto de 2009







El desafío del trigo
Un día un viejo campesino fue a ver a Dios y le dijo: "Mira, tú puedes ser muy Dios y puedes haber creado el mundo, pero hay una cosa que tengo que decirte
No eres un campesino, no conoces ni siquiera el principio de la agricultura. Tienes algo que aprender".






Dios dijo: ¿Cuál es tu consejo?.El granjero le respondió: "Dame un año y déjame que las cosas se hagan como yo quiero y veamos que pasa. La pobreza no existirá más.





Dios aceptó y le concedió al campesino un año. Naturalmente éste pidió lo mejor y sólo lo mejor... ni tormentas, ni ventarrones, ni peligros para el grano. Todo confortable y cómodo... y él era muy feliz.






El trigo crecía altísimo. Cuando quería sol... había sol; cuando quería lluvia... había tanta lluvia como hiciera falta. Ese año todo fue perfecto, ¡matemáticamente perfecto!.





El trigo crecía tan alto que el granjero fue a ver a Dios y le dijo: "¡Mira!, esta vez tendremos tanto grano que si la gente no trabaja en 10 años, aun así tendremos comida suficiente".



Pero hubo un problema...Cuando se recogieron los granos todos estaban vacíos. El granjero se sorprendió y le preguntó a Dios: "¿Qué pasó?, ¿qué error hubo?.


-Ante tal inquietud Dios le respondió: "Como no hubo desafío, no hubo conflicto, ni fricción, como tu evitaste todo lo que era malo, el trigo se volvió impotente.






Un poco de lucha es imprescindible.


Las tormentas, los truenos, los relámpagos, son necesarios, porque sacuden el alma dentro del trigo".






La noche es tan necesaria como el día y los días de tristeza son tan esenciales como los días de felicidad. A esto se le llama lucha y esfuerzo.

Entendiendo este secreto descubrirás cuan grande es la belleza de la vida, cuánta riqueza llueve sobre ti en todo momento, dejando de sentirte miserable porque las cosas no van de acuerdo con tus deseos.


lunes, 13 de julio de 2009

Cuando vienen las olas







Cuando vienen las olas




Un niño se hizo un barquito de madera y salió a probarlo en el lago, pero sin darse cuenta, el botecito, impulsado por un ligero viento, fue mas allá de su alcance.






Apenado corrió a pedir ayuda a un muchacho mayor que se hallaba cerca, para que le ayudara en su apuro.






Sin decir nada, el muchacho mayor empezó a coger piedras y echarlas, al parecer en contra del barquito .

El pequeño pensó que nunca tendría su bote otra vez y que el muchacho grande se estaba burlando de él, hasta que se dió cuenta que en vez de tocar el bote, cada piedra iba un poco mas allá de éste y originaba una pequeña ola que hacía retroceder el barco hasta la orilla.

Cada piedra estaba calculada.


Por último, el juguete fue traído al alcance del niño pequeño, quien quedó contento y agradecido con la posesión de su pequeño tesoro.




A veces ocurren cosas en nuestra vida que perecen desagradables, sin sentido ni plan; pero si esperamos un poco nos daremos cuenta de que cada prueba, cada tribulación, es como una piedra arrojada sobre las quietas aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca de la felicidad .


domingo, 21 de junio de 2009

YO TEMÍA

YO TEMÍA

Temía fracasar hasta que...
...me di cuenta que, únicamente fracaso si no lo intento.





Temía a estar solo hasta que...
...aprendí a quererme a mi mismo.


















Temía que me rechazaran hasta que...
...entendí que debía tener fe en mí mismo.



Temía al dolor, hasta que...
....aprendí que éste es necesario para crecer.


Temía a la muerte, hasta que...
...aprendí que no es el final sino más bien el comienzo.











Temía a la verdad, hasta que...
...descubrí la fealdad de las mentiras.


Temía al odio, hasta que...
...me di cuenta que no es otra cosa más que “ignorancia”.




Temía al ridículo, hasta que...
...aprendí a reirme de mi mismo.






Temía hacerme viejo, hasta que...
...comprendí que ganaba sabiduría día a día.

















Temía al pasado, hasta que...
...comprendí que no podía herirme más.

Temía a la oscuridad, hasta que...
...vi la belleza de la luz de una estrella.


Temía al cambio, hasta que...
...vi que aún la mariposa más hermosa, necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar






sábado, 20 de junio de 2009


¿Cuántos años tengo?



Frecuentemente me preguntan que cuántos años tengo... ¡Que importa eso!

Tengo la edad que quiero y siento.


La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.

Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido.

Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo! No quiero pensar en ello.



Unos dicen que ya soy viejo y otros que estoy en el apogeo.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.


Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.


Ahora no tienen porque decir: Eres muy joven... no lo lograrás.
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma, pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos, y las ilusiones se convierten en esperanza.


Tengo los años en que el amor, a veces es una loca llamarada, ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada. Y otras un remanso de paz, como el atardecer en la playa.



  1. ¿Qué cuántos años tengo?
No necesito con un número marcar, pues mis anhelos alcanzados, mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones rotas... Valen mucho más que eso.
¡Qué importa si cumplo veinte, cuarenta, o sesenta! Lo que importa es la edad que siento.

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.

Para seguir sin temor por el sendero, pues llevo conmigo la experiencia adquirida y la fuerza de mis anhelos.





¿Qué cuantos años tengo? ¡Eso a quién le importa! Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento.

Buenos momentos...

Piensa antes de hablar

Amor se escribe con P

El Arca de Noe